
La crisis tiene su innegable parte negativa, pero tendríamos que aprovecharla también para mejorar. Para replantearnos criterios, dogmas, los funestos sobreentendidos que nos han hecho naufragar. El despido libre es el anatema de los sindicatos, pero como suele suceder cuando se trata de los sindicatos, es también la solución más justa e inteligente. Toda indemnización por despido es un asalto a punta de navaja en un país infectado de jueces sindicalistas que cada despido lo hallan improcedente. Los derechos del trabajador los garantiza el empresario que los paga. Sin empresarios no hay riqueza, ni puestos de trabajo, ni sindicatos, ni tan siquiera liberados sindicales.
Toda esta farsa de las políticas sociales es una pantomima. Y una estafa. La única política social razonable es dejar en paz al empresario, dejar de atracarle, dejarle trabajar para que pueda mantener a todos esos que con absurdo orgullo se llaman “trabajadores” cuando no son más que empleados, a menudo holgazanes de “derechos adquiridos”, “días personales” y bajas por un simple resfriado, que no serían nada ni tendrían ninguna posibilidad si un empresario no se jugara su dinero por mantenerles.
La base del sistema, y quien lo hace posible, no es el empleado, ni aquel cuento nostálgico de la fuerza del trabajo, sino el empresario que asume el riesgo y la aventura, y paga lo que tiene que pagar para poner en marcha su proyecto. No es pedir demasiado que no se le insulte, que no se le atraque cuando es él quien hace posible la prosperidad, el colegio de tus hijos, el cine del sábado por la tarde, y las palomitas o el hot-dog. La mano de obra es, al fin y al cabo, intercambiable. Lo que importa son las ideas y saber desarrollarlas, y no la que viene a limpiar cuando todo el mundo se va.
No hay mejor justicia social que la prosperidad empresarial y la creación de puestos de trabajo. No hay nada más justo que uno cobre por lo que hace, y que deje de cobrar cuando deje de producir. Robar no es nunca una solución: y el sistema sindical es un atraco que debe cesar para que crear riqueza vuelva a ser estimulante y no este Ciudad Juárez en que se ha convertido la política laboral española.
La subvención y el impuesto es lo que nos han traído hasta aquí. Si después de tantos años de familia, municipio y sindicato la ruina es todo lo que te ha quedado, intenta confiar en la libertad, trabajar duro y verás lo que conseguirás.
Salvador Sostres
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/guantanamo/2011/02/14/cobrar-dos-veces-es-robar.html
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