
Una de las cuestiones que más llaman la atención sobre la economía española es el hecho de que en las etapas de recesión se destruye empleo a un ritmo vertiginoso, mientras que en los ciclos expansivos la creación de empleo es mucho más lenta y no va acompañada por un incremento de los salarios reales.
De hecho, durante el último ciclo expansivo debido al boom de la construcción y a la burbuja inmobiliaria, apenas bajamos en ningún momento de los dos millones de parados, al tiempo que se impedía la subida de salarios mediante regularizaciones masivas de trabajadores extranjeros que impidiesen a los sindicatos ejercer verdadera fuerza en la negociación de los convenios.
¿Y de dónde sale semejante cifra deparados en un momento en el que en España hay tanta demanda de mano de obra que el país es un polo de atracción para los inmigrantes de medio mundo?
Las causas de este desempleo estructural son muchas, pero citaré fundamentalmente dos: la economía sumergida y la definición de lo que es un parado.
Incluso en momentos como este, en el que la economía informal ha descendido en su actividad, la economía sumergida supone casi una quinta parte del total del PIB español. Por bien que fuesen las cosas en las épocas de bonanza, era imposible convencer a ciertos sectores de que estarían mejor en el sector visible de la producción, por lo que sus trabajadores seguían contando como desempleados aunque estuviesen en realidad trabajando.
En cuanto a la definición de lo que es un parado, lo cierto es que en España se considera parado a todo el que dice que lo está, sin más apreciaciones. El hecho de que muchas de las personas inscritas en las listas se apunten al desempleo pro razones distintas a querer trabajar no se han tenido nunca en cuenta, lo que perjudica no sólo nuestras arcas, sino también nuestra imagen exterior.
Sin embargo, a nadie parece importarle este aumento artificial del número de parados, ya que forma parte de una estrategia perfectamente definida para mantener bajos los salarios. Mientras se apunten al paro los estudiantes, las amas de casa y cualquiera que simplemente quiera recibir una ayuda o un cursillo, la cifra de parados será esgrimida como arma pro la patronal para evitar las subidas salariales que exigen los trabajadores. Mientras la cifra estadística sea alta, será justificable, en el interior y en el exterior, solicitar recortes sociales, recortes en las cotizaciones y endurecimientos de los convenios.
Deberían ser los sindicatos, como en otros países, los encargados de velar porque las condiciones y los listados de desempleados se mantuviesen al día y con datos reales, pero por razones ideológicas no parecen dispuestos a tal cosa. Razones ideológicas mal entendidas, desde luego, porque se supone que su finalidad es defender a los trabajadores. Se supone.
Seguimos otro día con algunas directrices más de esta estrategia....
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