La economía moderna se basa en expectativas mas que en realidades. Para que todo se vaya al carajo, basta con que cunda el desánimo, y para que la economía se recupere, lo que más ayuda es que creamos que todo va a ir a mejor. Hasta ahí, todos de acuerdo, lo que convierte en razonables, y hasta en juiciosas, las últimas declaraciones de Montoro y Botín sobre lo rápido que va a mejorar la economía y sobre "la abundancia de dinero que llega para todo". Intentan poner su grano de arena, o su pedrusco, en el mundo de las expectativas, y ayudarnos a todos. Vale.
Pero el caso es que los que andamos por la calle, leemos las noticias sobre ERES y despidos, y sabemos los salarios que se pagan, pensamos que todo esto es un cachondeo, o en el mejor de los casos, un ejercicio de voluntarismo hipócrita, destinado a calmar a los votantes y a los accionistas. Y sin embargo, hay otra opción: ¿Y si Montoro y Botín tienen razón? ¿Y si es cierto que las cuentas están mejorando? ¿Y si es verdad que llega dinero de todas partes?
Pues entonces sería todavía, peor. Y dejadme que lo explique:
Si Montoro y Botín tienen razón, la economía se está recuperando al margen de la vida real y el nivel real de los ciudadanos, consumando el divorcio entre economía financiera y economía real. Si cada vez hay más agua pero cada vez pasamos más sed, algo pasa con las cañerías.
Si Montoro y Botín tienen razón, está llegando el dinero a paladas, pero nosotros no lo vemos, lo que significa que una parte ínfima del país se está quedando con todo, sin permitir que el crédito fluya hacia abajo.
Si la economía mejora pero los salarios no suben, y no se crea empleo, entonces hay que pensar que la economía ya no refleja ni las expectativas ni las ganancias, al menos las nuestras, porque un empeoramiento nos daña pero una mejoría no nos alivia.
Si el dinero sobra, las empresas suben, pero las tiendas cierran y la gente no encuentra trabajo, hay que pensar que alguien se está quedando con todo el margen.
Si Montoro y Botín tienen razón, entonces ya no hay esperanza, porque ni siquiera la mejoría general alivia nuestra miseria.
O sea que, por bien de todos, ojalá sea mentira.
Más nos vale…