viernes, 1 de noviembre de 2013

Los reintegros que se pierden y los bonobuses extraviados

Seguramente algún amable lector me ayude a encontrar el documento, porque es raro y me lo pasaron personalmente hace años, cuando existían aquellos entrañables grupos de las dejanews, pero el caso es que un estudiante de la Universidad de Santiago de Chile hizo un estudio sobre los abonos del Metro, y descubrió que al menos un 17% de los viajes comprados no se utilizaban nunca, por lo que cualquier reabaj inferior al 17% era un ahorro para la compañía metropolitana de transportes.

¿Y a que se debe un porcentaje tan grande? Pues a muchas razones, y además universales: a billetes de transporte metidos en la lavadora, pérdidas, extravíos, y personas de fuera que sacaron el abono para mayor comodidad pero no lo llegaron a consumir completamente.

El tema parece baladí, pero está en la raíz de algunas conductas mercantiles que observamos y no sabemos de dónde proceden. Por ejemplo, las participaciones de lotería sin recargo;: la verdadera jugada consiste en hacer participaciones de muy poco dinero de manera que la molestia que supone cobrarlas para el agraciado, en caso de que toque un reintegro un premio menor, haga que un porcentaje interesante de ellos dejen caducar el billete, regalando la totalidad del premio a los gestores de esas participaciones.

¿Cómo se hace la maniobra? Lo vemos: Tenemos un club deportivo o una asociación de barrio. Queremos hacer unos cuantos duros, a ser posible para la asociación. Compramos diez números, esto es importante, y dividimos los décimos, muchos o pocos, en participaciones de dos euros, depositadas en un banco un poco raro, uno que no tenga sucursales en todas partes. Y ya está.

Todo el mundo te compra una participación de dos euros. Las pueden vender hasta los críos, no hay problema, y no se venden más de dos por persona, porque no llevan recargo y se trata de repartir entre mucha gente. Al final, como tenemos todas las terminaciones, nos va a tocar al menos un reintegro y hay una probabilidad razonable de que nos toque una pedrea. ¿Y cuanta gente irá hasta la sucursal bancaria a hacer cola por dos euros? Poca. ¿Y por veinte? Algunos más, pero no todos, sin duda, porque muchos habrán perdido el billete.

Así, limpiamente, sin recargo, quedando bien con todo el mundo, sin engaño de ningún tipo...

En ese mismo principio, por lo  que sé, se basa la obligatoriedad e de devolver cualquier producto con sus embalajes originales: la cantidad de gente que no tiene donde guardarlo, o que simplemente lo tira, es tan elevada que la garantía se reduce de facto en más de una cuarta parte.

Así que ya lo veis: está claro que vivimos en una sociedad donde estudian nuestra conducta parea sacarle partido. O espabilamos, o nos joroban.

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