Hay un sistema alternativo para pagar las pensiones y convertir el sistema en sostenible, respetando a la vez su naturaleza de sistema de distribución y no de capitalización. El problema, por supuesto, es que políticamente no gusta a nadie, y cada bando cuenta con sus propias razones paras oponerse. Se trata del reparto, puro y duro, entre los perceptores de lo obtenido entre los cotizantes.
El sistema funciona más o menos como sigue: la parte de las cotizaciones sociales de las personas activas se convierte en las pensiones de los jubilados, que recibirán mayores o menores pensiones, según un coeficiente , dependiendo de lo cotizado (como hasta ahora).
Los años que las cotizaciones hayan sido mayores, las pensiones serán mayores. Si hay más desempleo o bajan los salarios de los más jóvenes, las pensiones serán menores. El saldo final de la caja tiene que ser cero: todo lo recaudado el año anterior, se reparte este. Ni un euro más. ni un euro menos.
¿Y por qué se oponen ambos lados del espectro ideológico?
Izquierda: Este sistema deja a los pensionistas en manos de los vaivenes de la economía. No sabes lo que vas a cobrar el año que viene. Es antisocial. No es redistributivo. Reduce el efecto de seguridad de las pensiones. Genera inestabilidad.
Derecha: Genera inestabilidad y ansiedad. Si las pensiones dependen de los salarios, pondría a los pensionistas del lado de las trabajadores a la hora de presionar para aumentar salarios. Induce a los pensionistas a mostrarse más activos en las cuestiones económicas y políticas, que ahora les quedan demasiado lejos.
Bien pensado, si se oponen ambos, puede que no sea una idea tan mala.
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